
Vivienda inalcanzable para trabajadores
El sueño de tener casa propia se aleja para el 70% de los trabajadores ante el inaccesible costo de la vivienda.
La adquisición de una vivienda en México se ha convertido en un desafío mayúsculo para la mayoría de los trabajadores formales. El sector de la construcción ha puesto sobre la mesa una realidad ineludible: existe una profunda brecha entre los salarios y el costo de los inmuebles. Según cifras del sector, el 70% de los empleados formales percibe ingresos mensuales que oscilan entre los 8,642 y los 17,285 pesos, una cantidad insuficiente para cubrir el precio promedio de un departamento, que supera con creces su capacidad de endeudamiento. Este escenario convierte el derecho a una vivienda digna en una aspiración lejana para millones de personas que, a pesar de tener un empleo estable, ven cómo el mercado inmobiliario se mueve a una velocidad que sus bolsillos no pueden seguir. El acceso a un crédito hipotecario, incluso a través de instituciones como el Infonavit, requiere un nivel de ingresos y ahorro que no corresponden con la realidad salarial del país.
El encarecimiento no responde a un solo factor, sino a una tormenta de elementos económicos. La inflación ha elevado el costo de los materiales, mientras que la especulación y la demanda en zonas urbanas de alta plusvalía, como Ciudad de México o Monterrey, disparan el precio del suelo. Este fenómeno, conocido como gentrificación, desplaza a habitantes y crea barreras de entrada insuperables para quienes buscan su primer hogar. Las políticas de financiamiento bancario, aunque variadas, a menudo imponen tasas de interés y requisitos que excluyen a quienes no tienen un historial crediticio robusto o un enganche considerable, perpetuando un ciclo donde solo los de mayor poder adquisitivo pueden invertir en bienes raíces. Esta situación pone en jaque no solo los planes de vida de las familias, sino también la promesa de movilidad social que representa la compra de un patrimonio propio.
Este desequilibrio tiene consecuencias que van más allá de la frustración individual. Para la economía mexicana, un mercado de la vivienda inaccesible frena el potencial de crecimiento del propio sector constructor, que depende de una demanda saludable y sostenible. Cuando una gran parte de la población no puede comprar, se limita la creación de riqueza familiar y se reduce la estabilidad financiera a largo plazo. Un ciudadano que no destina sus ahorros a un patrimonio tiene menor capacidad para invertir o consumir, lo que repercute en la dinámica económica nacional. La advertencia de la industria es un llamado de atención sobre un problema estructural que requiere soluciones integrales, desde la revisión de políticas salariales hasta la creación de esquemas de financiamiento verdaderamente inclusivos y adaptados a la realidad de México. Esta situación enciende las alarmas sobre la equidad y el desarrollo económico del país. Para el ciudadano promedio, esto no solo significa la postergación de un plan de vida, sino que también refleja una creciente brecha económica que limita las oportunidades de construir un patrimonio, un pilar fundamental para la estabilidad financiera de las familias mexicanas y el crecimiento sostenido de la nación.