
PIX: Pagos electrónicos de Brasil bajo la mira
El sistema de pagos electrónicos PIX de Brasil es un éxito, pero la administración Trump lo investiga.
El sistema de pagos electrónicos PIX ha transformado radicalmente el panorama financiero en Brasil, convirtiéndose en un caso de estudio global. Lanzado por el Banco Central de Brasil, permite a millones de ciudadanos y empresas realizar transferencias de dinero y pagos de forma instantánea, segura y sin costo, operando las 24 horas del día, los siete días de la semana. Su masiva adopción ha democratizado el acceso a los servicios financieros, desplazando a las tarjetas de débito y crédito en muchas transacciones cotidianas y reduciendo significativamente la dependencia del efectivo. Este modelo no solo agilizó la economía, sino que también integró a una gran parte de la población no bancarizada, demostrando el poder de la tecnología financiera impulsada desde el sector público para generar inclusión.
Sin embargo, este rotundo éxito atrajo la atención de Washington. La administración del expresidente Donald Trump puso en marcha una investigación formal contra PIX, argumentando que el sistema podría estar incurriendo en prácticas anticompetitivas. La principal preocupación radicaba en que, al ser una plataforma estatal gratuita y obligatoria para ciertas instituciones, podría estar desplazando injustamente a competidores privados del sector de pagos electrónicos, incluidas grandes empresas estadounidenses como Visa y Mastercard. Esta medida fue interpretada como una señal de proteccionismo y una respuesta a la creciente influencia de soluciones tecnológicas desarrolladas en mercados emergentes, que desafían el dominio tradicional de las corporaciones norteamericanas en el sistema financiero global.
La situación de PIX resuena con particular interés en México, donde se han implementado iniciativas similares para modernizar el ecosistema de pagos. El Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) ha sido durante años la columna vertebral de las transferencias electrónicas, y más recientemente, el Banco de México ha impulsado CoDi (Cobro Digital) como una alternativa para realizar pagos rápidos y eficientes a través de códigos QR. Aunque la adopción de CoDi ha sido más moderada en comparación con PIX, ambos sistemas comparten el objetivo de digitalizar la economía y reducir las barreras de acceso. La controversia brasileña sirve como un espejo, mostrando los posibles desafíos geopolíticos y comerciales que enfrenta la innovación financiera cuando altera intereses económicos establecidos a nivel mundial.
El caso de PIX es una lección crucial para México. Mientras el país avanza en su propia agenda de digitalización financiera con herramientas como CoDi, observar la trayectoria de Brasil —incluyendo sus fricciones geopolíticas— ofrece una hoja de ruta sobre los obstáculos y oportunidades. Para el ciudadano y las empresas en México, el desarrollo de un sistema de pagos instantáneos robusto y soberano podría significar menores costos, mayor seguridad y una mayor inclusión financiera, pero el precedente brasileño demuestra que el camino no está exento de presiones externas que buscan influir en el futuro de nuestra economía digital.