
La marca México: un poder sin explotar
Robert G. Papp analiza por qué la marca México vale más de lo que creemos y cómo impulsarla en la economía.
La marca México es un activo intangible de enorme valor, aunque paradójicamente, uno de los más subestimados, según el experto Robert G. Papp. Este concepto, conocido como “marca país”, va más allá del turismo para definir la percepción global sobre la confianza, calidad y potencial de inversión de una nación. Dicha imagen impacta directamente en la economía: influye en el precio de las exportaciones mexicanas, en la atracción de capitales que generan empleos en industrias clave como la automotriz, y en la competitividad del talento local. Sin una gestión estratégica, la narrativa queda expuesta a percepciones negativas que merman el potencial del país en el escenario mundial y afectan la confianza de los inversionistas.
El principal desafío no es la falta de atributos positivos, sino la ausencia de una estrategia coordinada para comunicarlos. México cuenta con una cultura admirada, una ubicación geográfica privilegiada por el nearshoring y una fuerza laboral calificada. Sin embargo, estas fortalezas a menudo son opacadas por discursos sobre inseguridad o inestabilidad. Robert G. Papp sugiere que una gestión proactiva de la marca México permitiría construir un relato más equilibrado y veraz, destacando la innovación tecnológica de polos como Guadalajara y Monterrey o la solidez de su ecosistema manufacturero. Esto exige una colaboración estrecha entre el sector público, a través de secretarías clave, y el sector privado, cuyas empresas son las principales embajadoras de la calidad nacional en el extranjero.
Capitalizar este potencial implica transformar las campañas aisladas en una política de Estado coherente y a largo plazo. Requiere que cada embajada funcione como una promotora activa de negocios y que la excelencia sea el sello distintivo de los productos y servicios de exportación. En última instancia, fortalecer la imagen de México no es un ejercicio de relaciones públicas, sino una necesidad económica que se traduce en beneficios tangibles para su gente, como mejores oportunidades laborales, mayor crecimiento económico y un orgullo nacional fundamentado en el reconocimiento internacional. En un momento en que México busca consolidar las oportunidades del nearshoring y atraer inversiones estratégicas, la gestión de su marca país se vuelve crucial. Descuidarla equivale a dejar dinero sobre la mesa y permitir que narrativas externas definan el futuro económico. Para el ciudadano, una marca nacional fuerte significa un entorno más próspero, con mayor estabilidad laboral y un reconocimiento global que abre puertas.