
Gestión de Riesgos: Clave en el Noreste
La gestión de riesgos es clave para blindar el motor económico de México. ¿Conocemos su vulnerabilidad?
La gestión de riesgos en el noreste de México se ha convertido en un pilar fundamental para sostener el dinamismo económico que caracteriza a la región. Estados como Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas no solo son motores de la industria nacional, sino que también fungen como un epicentro del nearshoring, atrayendo inversiones millonarias gracias a su proximidad y conexión con Estados Unidos. Sin embargo, esta fortaleza económica convive con una notable vulnerabilidad. La alta interconexión de sus cadenas de suministro y su dependencia del comercio exterior la exponen a fluctuaciones geopolíticas y crisis globales. Edgar Rodolfo Castillo, experto en la materia, advierte que la prosperidad actual podría ser frágil si no se implementan estrategias preventivas que blinden a la zona de choques externos e internos, garantizando así su crecimiento sostenido y su contribución al PIB nacional.
Los peligros no son exclusivamente financieros; abarcan un espectro mucho más amplio que incluye desafíos logísticos, operativos y ambientales. La crisis hídrica que ha afectado a Monterrey en años recientes es un claro ejemplo de cómo un riesgo no gestionado puede paralizar la producción y afectar la calidad de vida de millones de personas. A esto se suman las tensiones comerciales entre potencias mundiales, que pueden alterar la demanda de productos manufacturados en la región, y la propia seguridad interna, un factor que sigue siendo determinante para la confianza de los inversionistas. Ignorar estas señales equivale a construir sobre cimientos inestables. La visión de Castillo subraya la necesidad de un enfoque integral que anticipe los problemas antes de que se conviertan en crisis.
Implementar un plan de gestión de riesgos efectivo va más allá de contratar seguros o diversificar mercados. Requiere una cultura de prevención arraigada en el sector público y privado. Esto implica desde la modernización de infraestructura crítica, como redes eléctricas y sistemas de agua, hasta la capacitación de capital humano para responder a disrupciones inesperadas. La colaboración entre el gobierno y las empresas es crucial para crear un ecosistema resiliente. Para el ciudadano común, la estabilidad de esta región se traduce en empleos seguros y un entorno predecible. Por ello, fortalecer la resiliencia del noreste no es solo una tarea para directivos, sino un asunto de interés nacional que impacta directamente en la economía de los hogares mexicanos. En un momento en que el nearshoring posiciona a México como un actor clave, entender esta fragilidad es vital, pues protege la estabilidad económica de todo el país, influyendo en el poder adquisitivo y las oportunidades de millones de familias.