
Aranceles golpean a Stellantis en México
La automotriz prevé pérdidas millonarias por los nuevos aranceles y la afectación a su producción regional.
Los nuevos aranceles impuestos por la administración Trump representan un duro golpe para Stellantis, que anticipa una pérdida de 2,680 millones de dólares durante el primer semestre del año. Esta medida pone en jaque la compleja red de producción de la compañía en Norteamérica, un sistema altamente integrado que depende del libre flujo de componentes entre México, Estados Unidos y Canadá. La industria automotriz, pilar de la economía mexicana, se encuentra en una encrucijada, ya que la estrategia de manufactura regional, perfeccionada durante décadas bajo acuerdos comerciales como el T-MEC, ahora se convierte en su mayor vulnerabilidad. El impacto no es menor, considerando que Stellantis ensambla vehículos icónicos como las camionetas Ram y modelos de Jeep, cuyas partes cruzan la frontera en repetidas ocasiones antes de llegar al consumidor final.
El núcleo del problema reside en la naturaleza transfronteriza del ensamblaje. Un componente puede ser fabricado en México, enviado a Estados Unidos para una fase del proceso, y regresar para su montaje final, siendo gravado en cada cruce. Esta doble o triple tributación infla los costos de manera exponencial, afectando directamente la rentabilidad y la competitividad de la producción norteamericana. Para México, esto genera una profunda incertidumbre. Las plantas de ensamblaje y de componentes, que emplean a miles de mexicanos en estados clave como Coahuila y el Estado de México, ven amenazada su viabilidad operativa. La situación contradice el espíritu del T-MEC, diseñado para fortalecer precisamente estas cadenas de valor regionales y fomentar la cooperación económica.
El desafío trasciende a una sola empresa; es una señal de alerta para todo el sector manufacturero que ha apostado por el nearshoring y la integración con el mercado estadounidense. La imposición de estos aranceles podría desacelerar la inversión extranjera directa y poner en riesgo empleos de alta calificación. La respuesta del gobierno mexicano y de organismos como la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) será determinante para negociar soluciones y proteger uno de los motores económicos más importantes del país. La resiliencia de la industria automotriz mexicana está ahora a prueba, enfrentando un panorama donde las decisiones políticas externas tienen el poder de reconfigurar el futuro industrial de la región.