
Aranceles de Trump: ¿Gana China en LATAM?
Mientras EE.UU. evalúa nuevos aranceles, China podría ganar terreno económico en Latinoamérica. ¿Cómo afecta a México?
La política arancelaria de un posible gobierno de Trump, centrada en la imposición de nuevos aranceles, genera una creciente alarma en el Congreso de Estados Unidos. Diversos legisladores advierten que esta estrategia, lejos de proteger la economía estadounidense, podría estar empujando a los países de Latinoamérica y Asia directamente a la esfera de influencia de China. Esta preocupación no es menor, ya que un enfoque comercial proteccionista por parte de Washington crea un vacío que Beijing está más que dispuesto a llenar, fortaleciendo sus lazos económicos y diplomáticos en regiones históricamente aliadas de EE.UU. El riesgo es que las barreras comerciales terminen por aislar a Estados Unidos, en lugar de a sus competidores.
El mecanismo es sencillo: cuando un país enfrenta aranceles punitivos que dificultan el acceso al mercado estadounidense, su gobierno y sus empresas buscan naturalmente nuevos socios comerciales para sobrevivir y crecer. China, con su gigantesca capacidad de inversión y su ambiciosa iniciativa de la Franja y la Ruta, se presenta como la alternativa más viable y poderosa. Este cambio no se limita a la compra y venta de productos; implica también la adopción de tecnología, la financiación de infraestructura clave y, en última instancia, un realineamiento geopolítico. Lo que preocupa en Washington es que la política arancelaria de Trump acelere este proceso, cediendo terreno estratégico a su principal rival global sin obtener los beneficios económicos esperados a cambio.
Para México, esta dinámica representa un desafío mayúsculo. Nuestra economía, profundamente integrada con la de Estados Unidos a través del T-MEC, se encuentra en una posición delicada. La incertidumbre sobre futuros aranceles podría frenar inversiones y alterar las cadenas de suministro que tanto ha costado construir. Al mismo tiempo, la creciente presencia de China en Latinoamérica abre nuevas, aunque complejas, oportunidades. El gobierno y el sector privado en México se ven forzados a realizar un cuidadoso acto de equilibrio: mantener la sólida relación con su vecino del norte mientras exploran vías de diversificación que inevitablemente apuntan hacia Asia. La manera en que el país navegue esta tensión definirá su rumbo económico para la próxima década, poniendo a prueba su capacidad de adaptación en un tablero global cada vez más polarizado. Esta coyuntura obliga a México a pensar más allá del T-MEC y a fortalecer su propia agenda de comercio exterior con una visión estratégica y de largo plazo.